Troncomovil

Una mesa, una silla, las luces encendidas y el ordenador delante tuyo. Las imágenes se suceden y se supone que algo queda en tu cerebro. Suena el teléfono móvil que, cosa inusual, lo tienes en sonido; lo miras extrañada preguntándote quién te puede llamar y contestas:

- Sí
- Oye, qué medida tienen tus ruedas?
- Pero no eran para ti?
- No, son para tu coche...

Bajas a investigar porque, lógicamente no tienes ni idea y quedas en llamar. Las miras y tecleas el número, no contesta nadie; cansada te vas a casa y justo en ese momento deciden ponerse en contacto contigo. Le digo los númeritos y me dice que tengo que volver a mirar que le hace falta también el tercer número. Otra vez a visitar el querido vehículo y llamar dando todos los datos... a saber cuándo estrenaré las cadenas porque un hecho incuestionable es que una vez que estás preparada para lo peor, nunca sucede nada!

Al día siguiente nuevo asunto relacionado con el "amigo". Como no he utilizado mucho los limpiaparabrisas en estos últimos tiempos, lo que ha sucedido es lo más lógico del mundo. Se me han estropeado y toca cambiarlos. Quién le paga al dibujante de las instrucciones? Porque le han estafado... Muchos adminículos y realmente sólo hacía falta uno, quince minutos muriendome de la risa intentando engancharlos y yo no era la única que no lo conseguía. Al final ni caso a los artistas y en un pis pas, puesto.

Hoy. No madrugo porque están las carreteras heladas y tampoco tengo prisa. Transcurren los kilómetros y paso por la casita de Maria, miro en la lejanía y pienso en ella. Sigo conduciendo y llego a la altura de la casita de Tanais; me fijo porque hace tiempo que no paso por allí y tengo la imagen de ella en mi cabeza. El coche sigue su camino y llego a un paraje donde estoy a punto de detenerme: tengo la foto perfecta de aquella ventana abierta y en la lejanía, las montañas nevadas...

Llego a destino. He pasado por unos cuantos radares y con un poco de suerte, no tendré sorpresas estas navidades. Quizás debería dar las gracias que en los dos tramos de autopista en que me he adentrado, he tenido por compañía a la guardia civil. En el segundo me los he cruzado pero en el primero, los señoritos iban por detrás mio, me han adelantado (que yo iba a la justa velocidad) y se han perdido. Yo, me he preocupado y los he intentado seguir, no fuera ser que les ocurriera algo y no encontraran ningún tipo de auxilio...

Apago el motor y le doy las gracias mentalmente por haberse portado tan bien. Le llevaré a que le hagan un repaso y consiga el visto bueno de los "jefes" porque tengo una pregunta, ahora mismo, de lo más tonta: por qué cuesta un tercio más este repaso obligatorio dependiendo de si lo hago aquí ó a unos cuántos kilómetros?