sábado, 7 de febrero de 2009

Apéndices

Al nacer empieza la batalla entre las personas. Van a visitar y ver al nuevo retoño que está en este mundo y su opinión va a misa. El niño se parece al padre, nada más hay que mirarle los ojos que tiene. La otra parte dice que se parece a la madre, sólo hay que fijarse en la boquita. Unos y otros se miran desafiándose en silencio. Pero qué sabrán ellos, anda que no está claro.

El bebe crece, su cuerpo se va desarrollando y modificándose hasta quedar definitivamente tal como debería ser. En ese punto es donde se ve cuánta carga genética tiene de cada uno de sus progenitores. Él se mira en el espejo y no se ve mal si no fuera por una cuestión relativamente sin importancia: su nariz. Lo que en un principio era una simple anécdota se le fue convirtiendo en un problema fundamentalmente mental. Sólo la veía a ella y le parecía enorme, le afeaba la cara y estaba sufriendo mucho por su causa. Al final se operó y creyó que era lo mejor que pudo hacer hasta que se dió cuenta que había cometido un error: se sentía desnudo, la gente le decía que estaba más guapo pero para él, su personalidad también habia cambiado con la operación. Lo que en un primer momento pensó que era horrible ahora se daba cuenta que era una parte tan intrínseca de él, que ya nada volvería a ser lo mismo.

Esta historia viene a cuento de que hay una modelo de cuerpo escultural a la que yo llamo "la napias" y que en cuanto la veo, no me fijo en su físico sino que mis ojos se dirigen directamente a su apéndice nasal. Le habran retocado todo lo que haya hecho falta pero ahí sigue y que siga por muchos años más, porque en el momento que se la opere, sé que ya nada volverá a ser lo mismo.

Os dejo con la canción de una napias que me encantaba en aquellos tiempos y que, por desgracia se operó quitándole esa personalidad tan suya...

3 comentarios:

MI HISTORIA... dijo...

Mejor tener que desear digo yo, además lo que nos hacer ser como somos es la suma de todo.
Ahí va este soneto de Quevedo y Villegas que debía de conocer una gran nariz, pero que muy grande, jeje
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriva,
era Ovidio Nasón más narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infiníto,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

Summer dijo...

Jajaja que mala eres con la pobre modelito. Ademas, mejor fijate en otras cosas, que a esa gracias no le faltan!!!!! Por cierto no se si te has fijado, pero a veces parece tener los ojos medio bizcos, asi tipo caminos cruzados juazzzzzzzzzzzz.

Anubis dijo...

MH: Mejor ver las ventajas y no sólo los defectos, sean ciertos ó no. Gracias por el soneto, siempre me quedé con las dos primeras estrofas pero las demás no tienen desperdicio...

Summer: Mala yo? Serás....jejejejej Y sí, en los ojos también me había fijado... Ya sabes, todita para ti, yo prefiero otras. Un beso lenguaraz