jueves, 11 de junio de 2009

¿Realidad...

Miró el reloj cuando salía por la puerta de la oficina, lo tuvo que volver a mirar pero esta vez con ojos de sorprendida. No podía ser pero sí, las manecillas no engañaban, iba a llegar tarde muy tarde. Precisamente ese día, justo en el peor momento. Se había pasado toda la semana esperando a que llegara el viernes, contando las horas, los minutos y los segundos. El hecho de que le dijera que esa noche tenía una sorpresa para ella fue el punto inicial para que su curiosidad innata comenzara a martillearle la cabeza intentando por todos los medios que le dijera de qué se trataba, cual era el plan que se llevaba entre manos.

Las prisas no son buenas consejeras y se lo recordó a sí misma. Ella lo entendería, su trabajo conllevaba que no tuviera una hora exacta de salida y no era la primera vez que sucedía el querer terminar cuanto antes la faena y suceder un problema tras otro.

Abrió la puerta de casa y se fue directamente a la habitación, vió luz bajo la puerta del baño y se le escapó un suspiro de tranquilidad, todavía estaba arreglándose y no iba a tener que estar esperándola mientras se preparaba. Se dirigió al otro baño de la habitación y abrió el grifo del agua, en cinco minutos terminó de ducharse y lavarse el pelo. Salió por la puerta secándose con la toalla el cabello en busca de la ropa y alzó la vista: allí estaba, mirando por la ventana en una habitación en semipenumbra, de espaldas a ella.

Se acercó a ella sigilosamente, deleitándose con la imagen que tenía ante sí. A escasos centímetros de su cuerpo la fragancia que desprendía hacía que sus sentidos todavía se alteraran más. Sus manos se acercaron sin necesidad de darles indicación alguna y comenzaron a dibujar su contorno desde los tobillos subiendo lentamente por sus piernas, deslizándose por esa piel inmaculada, notando cómo no era impasible a sus movimientos. Ella no se movía, se dejaba hacer pero su cuerpo la traicionaba, estaba impasible pero sentía, claro que sentía.

A escasos centímetros de su cadera se detuvo, saboreando esa parte de su cuerpo únicamente con las manos, posadas allí sin moverse. Los ojos siguieron haciendo el recorrido, observando el vestido negro de tirantes que llevaba, la espalda semidesnuda, el cabello cayendo libremente por la misma. Volvió al inicio y lo que antes habían sido dedos ahora los sustituyó por sus labios. Fue subiendo lentamente, saboreando cada centímetro de su piel, por encima y por debajo del vestido, sintiendo cómo se estremecía su columna a medida que iba repasándola. Le retiró su pelo y llegó a la nuca, punto sensible en especial para ella. En ese momento sus manos le retiraron los tirantes, dejando que en el punto final de sus hombros hicieran su trabajo ellos solos. Y cayeron pero únicamente ellos ya que el vestido se quedó a medio camino habiendo sido parado en su descenso por dos islas en medio del océano...

Le dió la vuelta y la empujó suavemente hacia la cama, seguía sin decir nada, pero su mirada, sus ojos la traicionaban. Esta vez los labios se posaron primero en su cara, en su mejilla, en sus labios entreabiertos. Su lengua la incitaba, la perseguía, se retiraba, huía, era una lucha, un juego donde ninguna de las dos quería perder. Sus cuerpos se empezaron a mover pero todavía no, no quería y se separó escasos centímetros, lo justo para que siguiera notando el calor que desprendía, lo justo para que el cuerpo de ella le persiguiera y no lo alcanzara... Sus labios volvieron a tocarla, a descender por su mentón, por su cuello dirección a sus islas; y con su misma boca le fue desprendiendo el vestido, dejándola desprotegida, haciéndola sentir indefensa. Y siguió descendiendo, trazando pinceladas con su lengua.

Seguía sin decir nada, ninguna palabra salía de su boca, se pensaba que iba a ganar en ese juego particular pero estaba equivocada, ella conseguiría ganar esa batalla tan particular suya que siempre sucedía en cada guerra que empezaban.

Por fín la lengua llegó a sus labios, esos labios sensibles, excitantes y excitados, palpitantes e intranquilos, deseosos y deseados. La estrategia llegó a su punto culmen: ahora te rozo, ahora me retiro, voy por un lado pero acabo en otro, piensas que estoy aqui y aparezco más arriba. No lo puede resistir, no puede aguantar y ahí está, bandera blanca, batalla perdida, unos gemidos surgen desde lo más profundo de sí: ...mmmmmm....


...ó dulce locura?

7 comentarios:

cris dijo...

En mi caso dulce locura.
Y mira que me advertiste... y ahora tengo que ir a comer... luego lo vuelvo a leer... y puede que esta noche también... :DDDDDDD

atenea dijo...

......como está el personal....
Quien será la que te está transtornando.

La Queli dijo...

Ufff!! Que calor...., creía que solo era calenturiente mi imaginación, pero veo que tu no le vas a la zaga....:D ;D

farala dijo...

Hola, tengo una encuesta en mi blog ¿te importaría pasarte y responder una preguntita? ¡gracias!

Veratz dijo...

pqrece que hace mucho calor... cris tranquila cariño no perdonas ninguna oportunidad chiquilla jajaja

Sin palabras solo siento cosquilleo que pide una inquietud... pero esa sera despues...

Mujer deberias de dedicarte a este tipo de escrito si es asi avisame para empezar a enamorarme de ti jajajaja

Besos

wildwildreally dijo...

ejem vaya vaya la tigresa listilla describiendo :)

Sashimi ÑamÑam dijo...

Qué puedo decir yo?
DULCE LOCURA, of course...
Besos!