martes, 4 de mayo de 2010

Un día de tantos

Eran las siete y cuarto de la mañana de un día cualquiera de una mañana de primavera. A sus oidos llegaba la voz del periodista en la radio; las noticias diferentes pero a la vez, iguales: robos, escándalos políticos, tráfico, temperaturas... Su rutina, ausente la pereza dentro de sus adjetivos, se impuso haciendo de su ducha, su desayuno y su arreglo personal fueran milimétricamente llevados a cabo.

Ocupa el asiento del copiloto preguntándose por enésima vez por qué el instituto de su hermano comenzaba las clases a las ocho y veinte, diez minutos antes que cualquier otro centro escolar de su ciudad. Música de Gun's and Roses, ventanillas bajadas y aire fresco y limpio entrando raudo por todo el habitáculo. Su mente comienza a divagar yendo de un tema a otro hasta dar con uno que le produce curiosidad. Desconocía de dónde le había llegado, seguramente había relacionado varios hechos en su mente soñadora y ahí estaba: qué sucedería si se pillaba un dedo con la puerta del coche? sería posible ó mera ilusión fictícia? cómo se va a quedar un dedo en esa situación si siempre se empuja la puerta dejándola a su aire?

Llega el punto de destino, el coche se detiene momentánemente, sus caminos se separan. Frases de despedida y su mano abriendo la puerta, nota el calor de los rayos primerizos del día en su cara mientras empuja para cerrar y... zas! aquello que minutos antes estaba pensando, sucede: su dedo índice queda atrapado entre el marco del coche y la puerta. La reacción es de las típicas suyas, nada de actuar como todo el mundo, nada, absolutamente nada; su mirada queda fijada en el dedo y piensa "como arranque ahora mismo me quedo sin dedo".

No grita, no llora, no habla; lo único que hace es quedarse filmando visualmente la escena; los segundos parecen minutos que atraviesan el tiempo al ralentí.

Creía que sólo ella era consciente de su realidad pero se equivocó, un hombre que estaba esperando en la parada del autobus se acercó corriendo y avisó al hermano. Fue el detonante que necesitaba. Dejó caer los libros que mantenía asidos en su otra mano y la utilizó para abrir la portezuela del coche liberando su dedo aplastado.

Recogió sus enseres del suelo, miró su dedo y andando, andando, continuando el camino de todos los días, su cabeza iba dándole vueltas al poder de la mente...

P.D. Tonto pero real, muy real.

2 comentarios:

^Aishka^ dijo...

Yo me pillé un dedo con el coche el 1 de enero de 1996... ¬¬

iTxaro dijo...

coooño otra que visualiza, quiere, pide, lo sueña y zasss...giliiii

lo ves como el librito no es bueno para la salud