Está bien, todo llega

Bueno, pues ya es la hora. Lo que parecía lejano, incierto e irreal se ha transformado en la seguridad del suceso. Ésta entrada será la de la nostalgia, la del recuerdo de aquel día que cerré la puerta de casa, giré la llave y me fui dirección a un nuevo futuro que ahora mismo ni sé ni me preocupa como vaya a ser.

Ayer volvía por la carretera contenta (sería por el vermouth, el vino, el sorbete de cava con vodka...jejejej) e incluso cuando un listillo de turno no pudo soportar ver cómo le adelantaba y no tardaba ni medio minuto en volverme a pasar, me lo tomé con filosofía. Teniendo en cuenta que me conozco bastante esa carretera, que teníamos el mismo coche y que en una subida con ligera curva a derechas al pobre le dió miedín y frenó, pues ya sabíamos cual iba a ser el final de la historia. Un ligero acelerón y adios niño, cuando aprendas a conducir me llamas.

Pero la noche fue distinta porque me entraron los siete males ó me figuro que algo así y no había manera de hacer las maletas ni de hacer nada. Delante del ordenador, hablando y la pobre sufridora de mis desvaríos leyendo e intentando que se me pasara. Al final lo mejor que pude hacer fue irme a dormir pensando que el día siguiente sería totalmente diferente.

El día se me ha pasado volando, todavía no me han entrado esos nervios que debería ya tener y al paso que voy me figuro que me entraran cuando esté ya en destino. Echaré de menos a la gente, al enano, a las casas, a levantarme por la mañana y estar rodeada por las mismas paredes durante estos dos años, a salir a la calle y notar el fresquito, como esta mañana cuando bajé a las siete en manga corta y me dio por pensar en que mañana ya no sería asi y en que pasará mucho tiempo hasta que vuelva a suceder...

Lo que sí estoy es despistada porque me habla la gente y respondo por cosas totalmente distintas. Aunque debo decir que después del masaje que me han dado lavándome el pelo que yo creo que se ha explayado más de lo normal porque lo tenía limpio y ha comenzado a girar lentamente los dedos y pasarlos una y otra vez por mis sienes y por el nacimiento del cabello, me han dejado como nueva. Para rematarlo la niña que me lo ha secado también le apetecía andar toqueteándolo y ya ha sido la guinda del pastel.

Ahora sí, corto y cierro. Hasta cuándo? Espero que haya dos almas caritativas que me dejen postear el sábado y luego ya veremos cómo siguen los posteos, con el nuevo ritmo de vida que voy a tener. Éste va a ser una de las entradas con menos inspiración y con las ideas más desordenadas que he tenido hasta ahora. Me redimiré, el próximo espero que esté a la altura de lo que quiero decir. Hasta luego niñas, el futuro está ahí fuera y me lo voy a comer sin pestañear...