lunes, 8 de marzo de 2010

La cara colorada

O lo que es lo mismo: morirse de vergüenza. Lo que conlleva que suba un calor irremediable e inevitable por todo el cuerpo y haciendo que el rostro coja una tonalidad rosácea pasando del nivel menos notable con un ligero sonrojamiento de las mejillas hasta el mayor llevándote a comparar el rojo sangre con el color de tu semblante en ese momento.

Generalmente, las causas que provocan esta reacción suelen ser asuntos sin importancia que, una vez pensadas, pausadas y recapacitadas, vemos que no tienen razón de ser pero mientras tanto, el rato que se pasa es de agobio y timidez al extremo de desear que "se nos trague la tierra".

Lo que ya no me gusta tanto es que se sufra de vergüenza por cuestiones que no entran dentro de nuestro poder de decisión. Menos me gusta que las personas se rían de otras por el simple hecho de no haber tenido las mismas oportunidades, las mismas ocasiones para tener lo que ellas mismas tienen. No se paran a pensar que seguramente ellas también tendrán carencias y nadie se hace mofa de ello y convencida estoy que no les agradaría pasar por esa situación que están provocando en la persona objeto de su atención.

De todas formas, aqui la principal protagonista es la avergonzada. Considero que puedes tener ese sentimiento si, aún cuando has tenido la oportunidad, el momento y la ocasión, has perdido el tiempo y decidido que no valía la pena. Entonces, si ahora la gente se "ríe, sonríe y te señala" (algo que ni ellos mismos tienen derecho a hacer, sea dicho de paso), tu conciencia te hará darte cuenta de lo tonta que fuiste al desaprovechar lo que tenías al alcance de la mano. Ahora bien, si por motivos "x" tu vida transcurrió por otros derroteros, nunca jamás tengas vergüenza de lo que no tuviste oportunidad de hacer; levanta la cara, mírales a los ojos, sé confiada, siéntete orgullosa de ti y tu vida, nadie te ha regalado nada y nadie lo hará.

Estoy segura que tú, personita con sentimientos, corazón y alma, en cuanto tengas ese minuto y la ocasión te pondrás a ello y conseguirás aquello por lo que ahora la gente "inculta, ignorante y analfabeta" se rie de ti.

Todavía recuerdo a esa mujer que me encontré al subir al autobús en mi viaje al trabajo, donde me la quede mirando y me sonreí para mis adentros, valorando lo que estaba haciendo en ese momento y orgullosa de ver a personas que nunca tiran la toalla y es que aprender a leer pasados los sesenta y pico años y ver con qué ánimo, determinación e interés ponía en pronunciar cada palabra hizo que ese momento fuera de alegría y confianza en que si queremos, podemos.

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