miércoles, 5 de marzo de 2014

Día: hoy, ayer, éste.

Hay veces que mentalmente te ves elaborando una idea a través de las palabras. Entonces recuerdas que allá en tu pasado solías escribirlas y dejarlas impresas en el "papel" tecnológico que nuestra época inventó. Y tienes la tentación de volver a esta vieja práctica: por una parte sabes que ha transcurrido un tiempo bastante largo (en parámetros de este siglo) y que andas anquilosada, con óxido en tus manos y un cerebro al ralentí; por otro lado intuyes/crees/supones/imaginas que a estas alturas esas palabras serán tuyas únicamente y que los ojos espectadores se han quedado dormidos definitivamente.

Sigues recordando que elaboraste un post solitario y único porque en esos días te impresionó el fallecimiento de una persona que casi podías ver todos los días y que, siendo joven e ilusionada, halló la despedida de este mundo en un país a donde había ido a buscar a su segundo hijo después de un periplo largo y tedioso que nunca le hizo desfallecer porque quería darle un hermano a esa personita que la convirtió en madre por el mismo trámite. Ya ahí alguien conocido te leyó y te envió unos besos que, como buena cafre que eres, ni siquiera le respondiste (mentalmente sí pero escribir...). He de reconocer que a veces soy bastante particular en las relaciones y quien me quiera que me entienda; es decir, que algún día sabré porqué actúo de esa manera y no de otra.

Por resumir, te descubres con ganas de escribir de nuevo, de dejar impresos tus pensamientos, de que vuelen tus ideas y de que lo escrito será tuyo y para ti. Ingenua que eres... pero sabes qué? me alegro, estoy contenta y feliz porque ese día me ha hecho sonreir al ver que a veces, más de las que crees, cada acción conlleva una reacción siendo ésta inesperada y agradable.

Sí, lo digo por ti.


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